viernes, 23 de septiembre de 2011

"Oh- Dios- mío": María Moscardó, la voz de Janice en "Friends"

Es la eterna novia y exnovia de Chandler, uno de los personajes de Friends, la famosa serie de televisión norteamericana en que se cuenta la vida de seis amigos neoyorquinos que viven las experiencias propias de unos treintañeros cuyas anécdotas personales, laborales y afectivas hacen las diversiones, las tristezas, las alegrías y las penas del espectador, el cual, al final de cada capítulo, se da cuenta de una cosa, y es que, más allá, y por encima de todo, la amistad es un sentimiento y un valor humano que es capaz de restir cualquier obstáculo que se le presente si quienes dicen cultivarlo lo hacen de verdad, y si quien dice ser amigo de otra persona, demuestra, en lo bueno y en lo malo, que siempre está cuando su amigo o amiga le necesita.

Partiendo de este planteamiento, nos adentramos en las profundidades psicológicas e interpretativas de un personaje que, si bien técnicamente es secundario, episódico o anecdótico, su importancia en la vida de Chandler le hace tener una importancia muy particular en el reparto de la serie. Y es que Janice mantiene con Chandler una relación de amor y odio, que oscila entre el rechazo rotundo y la adicción posesiva: se aman y se odian, se necesitan y se repelen. Esto es debido a que Janice ofrece un aspecto físico que se contradice a sí mismo en las diversas facetas que lo constituyen, ya que, por una parte, posee un cuerpo bonito, pero, por otra, su voz y sus ademanes, en el momento en que se manifiestan, bloquean, inmediatamente, cualquier indicio de interés y atracción física hacia este personaje. Y es en este punto en el que destaca la labor de María Moscardó, quien, igual que contribuye a que la imagen de Hillary Swank nos resulte más dulce y femenina cada vez que su voz sale de los labios de ésta, del mismo modo se adapta al molde absolutamente esperpéntico de Janice, mediante tonos exageradamente agudos y unas maneras de reírse que más se parecen a cualquier sonido emitido por algún mamífero depredador de la sabana africana.

Janice es un mundo en sí misma gracias a la voz de María Moscardó. Es el esperpento valleinclanesco plasmado en clave interpretativa. Es una deformación de la feminidad de una mujer hermosa cuya importancia en la serie es menor que la de los protagonistas, pero mayor que la de los demás personajes secundarios. Y a ello ha contribuido, sin duda, esa voz tan característica y, con ella, su famosa exclamación cada vez que la susodicha se topa con Chandler en cualquier rincón de Nueva York: ¡Oh- Dios- Mío!

domingo, 18 de septiembre de 2011

Los Goonies o el nacimiento de una voz: Daniel García

Efectivamente, Los Goonies es la primera película en la que pudimos empezar a deleitarnos con la dulzura de una joven voz rebosante de vitalidad y simpatía hacia el espectador. Me estoy refiriendo a la voz de Daniel García que, en esta ocasión y por primera vez en su carrera cinematográfica e interpretativa, sale de los labios de un jovencísimo Josh Brolin, que interpreta Brand Walsh, el hermano mayor del protagonista de la película, Mickey Walsh.

Si bien en un primer momento hubiera podido parecer una voz de eterno adolescente, su dueño, hijo de esa otra grandísima figura del doblaje que es Manolo García (Christopher Reeve en Supermán, habitual de Robert Reford, Jeff Bridges, Steve Martin y otros muchos grandes del cine), ha demostrado, desde entonces, que el sabor juvenil de su voz es capaz de adaptarse a muchos tipos de sonoridades, de timbres y tonos, de gargantas más varoniles (Brad Pitt, Ben Affleck, Paul Walker) o más afeminadas (Robert Sean Leonard en El club de los poetas muertos).

Y no sólo en el aspecto acústico podemos hablar de la enorme capacidad de adaptación de esta magnífica voz, sino también en la faceta más propiamente interpretativa, pues Daniel García posee la virtud artística de hacernos experimentar toda clase de emociones y sentimientos, del mismo modo sincero, transparente y espontáneo en que él los siente cada vez que se pone en la piel de un personaje y de su actor de imagen que le da vida en la pantalla. Porque lo mismo consigue hacernos reír a carcajadas con el Joey (Matt LeBlanc) de Friends, que llorar a moco tendido con Tristan (Brad Pitt) en Leyendas de pasión, película esta última en la que, en mi opinión, la actuación de Dani García alcanza unas cotas de dramatismo tales, que son belleza en estado puro.

Nos encontramos, por tanto, ante una de las voces más carismáticas y veteranas del panorama actual del doblaje español. Se trata de una de esas voces que dan empaque y prestigio a cualquier actor que tenga el privilegio de ser su destinatario y, por supuesto, a la película en la que dicho actor aparezca. Daniel García constituye uno de los muchos casos que son la prueba irrefutable de que nuestro doblaje es uno de los mejores del mundo.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Última llamada: Sergio Zamora y Juan Antonio Bernal

Nunca se le había sacado tanto partido a una cabina telefónica. Resulta que una llamada de teléfono puede dar de sí una historia llena de tensión y suspense en la que un perturbado mental obliga a un publicista a sacar a la luz pública todas sus flaquezas y defectos de ser humano, todo ello bajo amenaza de muerte. El perturbado en cuestión, interpretado por Kiefer Sutherland, sólo aparece al final de la película... en persona, puesto que es su voz la que nos acompaña durante la mayor parte del tiempo que dura esta pesadilla cuya víctima es interpretada por Colin Farrell, al que pone voz Sergio Zamora. Tanto él, como Juan Antonio Bernal, que presta su voz al perturbado Sutherland, se enzarzan en unas disputas dialécticas basadas en la coacción a la que es sometida Stuard, el publicista que utiliza la cabina telefónica para llamar todos los días a su amante hasta que en esta ocasión, inmediatamente después de colgar, suena el aparato y el muy pardillo contesta. Ahí empieza su calvario, que le lleva a enfrentarse a un proxeneta y a sus prostitutas, con el resultado de la muerte del proxeneta a manos del perturbado mental, que tiene complejo de redentor universal.

Dicho lo anterior, lo que realmente me interesa de esta película es destacar, cómo no, el doblaje de sus dos protagonistas, arriba mencionados: Sergio Zamora, que interpreta al personaje de Collin Farrell, y Juan Antonio Bernal, que hace lo propio con Kiefer Sutherland, si bien es cierto que la aparición de este último es más bien anecdótica, ya que el grueso de sus intervenciones se basa en la voz. Y en este aspecto, el trabajo de J. A. Bernal resulta inmenso. El actor español consigue plasmar el carácter enfermizo y homicida del asesino que se dedica a espiar a sus semejantes y acabar, bajo pretextos de redentor moral, con la vida de aquellos que no le caen bien. Por su parte, Sergio Zamora también está a la altura de Colin Farrell. Su voz joven y seductora es el tamiz adecuado para modelar todos los sentimientos de angustia, impotencia, miedo y desesperación que le provoca la dramática situación en la que el personaje del perturbado mental le ha colocado.

Última llamada es una película vibrante y ágil que engancha desde el principio gracias a su original planteamiento, tan simple como efectivo. Si a estas consideraciones añadimos el aspecto del doblaje, como acabamos de hacer, acabamos por toparnos con una obra maestra del género del thriller psicológico.

sábado, 10 de septiembre de 2011

El doblaje de Amadeus (versión 2001)

Me sucede últimamente que compro películas en edición de coleccionista con el formato de DVD con toda la ilusión del mundo... para luego llevarme un fiasco terrible debido a que el doblaje está cambiado, con lo cual la película que vist hace diez años, con el doblaje de entonces, ya no es la misma. Y esto me ha pasado, entre otras, con Amadeus.

Amadeus, la espectacular película que muestra la envidia de Salieri hacia Mozart, resulta, o resultaba, doblemente espectacular con las voces de Claudio Rodríguez en los labios de F. Murray Abraham interpretando a Salieri, por una parte, y de Javier Dotú en la piel de Tom Hulce dando vida al genio musical de Mozart. El primero de ellos hizo una portentosa labor que estuvo a la altura de la interpretación del actor original, y ambos encajaron perfectamente a la hora de sacar a la luz las tenebrosas envidias, recelos y frustraciones de Salieri, cuyo talento le llevó a convertirse en el músico oficial de la corte de los Habsburgo. Pero sus ambiciones provocaron que esto le supiera a poco: él quería ser el mejor. Pero el mejor no era él, sino un joven extravagante cuya genialidad creativa le permitía componer sus piezas musicales limitándose, entre comillas, a transcribir, sin más, las notas musicales que le bullían en el cerebro, y de cuyo resultado Salieri decía que era Dios manifestándose a través de la música.

Esa creatividad febril de Amadeus Mozart es magistralmente plasmada, de nuevo, a base del talento del actor original, Tom Hulce, a través de la voz de Javier Dotú, que logra alcanzar la textura necesaria en un tono agudo que enfatiza el carácter frenético, nervioso y extremadamente neurótico del genio alemán, y cuya más característica extravagancia, esa risilla impertinente y aparentemente forzada, constituye su rasgo fisológico más peculiar y que resulta de una banalidad que contrasta con la hermosura y trascendencia de sus piezas musicales. Lo expresa el personaje de forma elocuente en un pasaje de la película: "Yo puedo ser vulgar, pero os aseguro que mi música no lo es".

Éste era el doblaje original de la película, estrenada en 1984. La nueva versión, editada en 2001, supone una pérdida de calidad. En este caso, los avances técnicos no sirven para mejorar el resultado, sino para empeorarlo. Y es que José Antonio Gálvez, la nueva voz de Salieri, no llega a ponerse a la altura de Claudio Rodríguez. Su interpretación no consigue captar todo el resentimiento, el rencor y la culpabilidad del personaje, así como la expresión de sus gestos, del movimiento de sus facciones y de sus miradas, no encajan del todo con la voz de Gálvez, que, en este caso, se nota demasiado ingenua y poco visceral. No alcanza el empaque y la presencia del anterior doblaje. Y lo mismo podemos decir de Luis Etchevers, quien da voz a Tom Hulce en la versión modernizada. Este doblaje empeora muchísimo al original. Lo pierde prácticamente todo. Pierde en extravagancia, en nerviosismo, en irreverencia, aunque diga y haga las mismas cosas, porqu la nueva voz es ligeramente más grave y tranquila, más calmada y menos espontánea. Todos los rasgos psicologicos de Mozart, que habían encontrado tan excelente cauce de expresión en la voz de Javier Dotú, en esta ocasión desaparecen casi por completo. Y, evidentemente, la risilla tonta ya no suena igual, con lo cual el destrozo es íntegro.

Bien hecho, Rodríguez y Dotú, y mal hecho, Gálvez y Etchevers. Mejor dicho: mal hecho, señores productores, directores y demás responsables de la nueva versión de esta obra maestra de Milos Forman. porque cambiarle la voz a un personaje muy querido es como desfigurarle la cara: uno acaba por no reconocerlo.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Mejorando lo presente

Los detractores del doblaje afirman que esta disciplina perjudica la calidad de las producciones originales. Yo no estoy de acuerdo. Es más: creo que, en muchos casos, el doblaje contribuye a mejorar el resultado del producto original. Pongo el ejemplo de Tom Hanks, a quien pone su voz el inigualable Jordi Brau. En este caso, gracias al intérprete catalán, las actuaciones del actor norteamericano ganan en virilidad y en carisma. Y digo "ganan" porque el original pierde mucho. La voz de Tom Hanks es atiplada y excesivamente aguda para un aspecto varonil como el suyo. Es una voz más propia de un personaje como el de Joe Pesci en Arma Letal 2, en que Pesci realiza una parodia de sí mismo. Es una voz, por tanto, de comedia, que uno no se tomaría en serio para la interpretación de un personaje trágico o dramático. Gracias a la textura fónica de Brau, Tom Hanks despliega un amplio abanico de matices interpretativos cada vez que lo vemos en escena, y que aparecen envueltos en esa presencia de hombre maduro de mirada penetrante. La verdad se manifiesta a través de su voz, que es la de Jordi Brau.

Mejorando lo presente, por tanto, y nunca mejor dicho, los actores de doblaje españoles llevan a cabo una labor esencial que sostiene la industria cinematográfica en nuestro país. Se trata de una labor que, en términos meramente artísticos, esto es, de producción estética, lo que hace es multiplicar la belleza de las producciones cinematográficas que llegan desde el extranjero. Porque el buen doblaje, como es el nuestro, contribuye a la mejora de todos los aspectos que articulan la producción de una película, desde el guión hasta la fotografía, pasando, evidentemente, por la interpretación de los actores. ¿Qué habría sido de Darth Vader sin la voz de Costantino Romero? ¿La sensualidad de Nicole Kidman o de Kate Winslet sería la misma sin la voz de Nuria Mediavilla? Yo creo que no. Yo creo que el doblaje eleva la calidad de las películas, porque añade dosis de belleza en forma de cadencias, de susurros, de buen castellano envuelto en capas de dulzura o de histeria, de furia o alegría, de tristeza o, incluso, de indiferencia, todo lo cual los que critican el doblaje pretenden suprimir a base de subtítulos. Eso sí que sería ridículo y degradante. Porque, además, no se puede estar en misa y repicando. O estás viendo la película, o estás leyendo los subtítulos, cuyas traducciones, a cuál más aleatoria y empobrecedora, dejan mucho que desear.

Por estas razones, y muchísimas más, yo soy partidario del doblaje y lo defiendo y defenderé como una de las Bellas Artes que considero que es. Siempre que estemos hablando, insisto, de buen doblaje, porque también hay malos ejemplos de esta disciplina. ¿Quién no recuerda las voces de Jack Torrance y Wendy en El Resplandor, o aquel garrafal error de quitarle a Rafael Calvo la exclusiva de doblar a Jack Black en Escuela de Rock para permitir a Dani Martín, de El canto del loco, llevar a cabo un ejercicio de diletantismo, cuando no de intrusismo puro y duro, intrusismo tan evidente en la medida en que todos los que vimos la película pudimos constatar que la voz de Dani Martín es horrible para este tipo de menesteres? El refrán de zapatero, a tus zapatos, debería ser de aplicación obligatoria en casos como éste. Pero este tipo de ejemplos no desmerece a la inmensa labor de los grandes maestros del doblaje español, y eso es lo que pretendo defender en este blog que hoy inauguro con esta primera entrada.